“PILARES DE NACOZARI: EL PUEBLO FANTASMA QUE BRILLÓ CON LA FIEBRE DEL COBRE”
- Roberto Quintero
- hace 12 minutos
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Pilares de Nacozari, Sonora.-
A 1,500 metros sobre el nivel del mar, entre las montañas del noreste sonorense, yace en silencio uno de los vestigios más fascinantes del auge minero en México: Pilares de Nacozari, un pueblo que alguna vez albergó a miles de trabajadores y que hoy es considerado un pueblo fantasma, sepultado bajo el polvo del tiempo y el olvido.
La historia de este asentamiento se remonta a finales del siglo XIX, cuando el estadounidense Williams Charles Streeters, impulsado por leyendas de tesoros escondidos en la sierra sonorense, descubrió yacimientos de cobre y fundó la mina Los Pilares. Más tarde, la Moctezuma Copper Company adquiriría los derechos y daría forma al pueblo que, en su época de esplendor, llegó a contar con cerca de siete mil habitantes.

Pilares era un reflejo de la segregación social de su tiempo: en la parte alta del pueblo vivían los estadounidenses, con casas provistas de electricidad y agua corriente; en la parte baja, los trabajadores mexicanos habitaban precarias viviendas de un solo cuarto, muchas veces compartidas por familias numerosas.
Sin embargo, la compañía buscó mitigar las tensiones sociales dotando al pueblo de escuelas, hospital, gimnasio, cancha de basquetbol e incluso una sala de cine completamente equipada en 1920, todo un lujo para la época.
La bonanza se apagó con la Gran Depresión de 1929, que llevó a la Moctezuma Copper Company a la bancarrota. A pesar de algunos intentos por reactivar la actividad minera, el destino de Pilares ya estaba sellado. Para 1960, fue oficialmente declarado pueblo fantasma.
Los vestigios de su pasado glorioso aún resisten el paso del tiempo: el edificio del Ayuntamiento, que albergó juzgados y cárcel; la iglesia erguida sobre una colina; y las viviendas de ejecutivos y empresarios que alguna vez dirigieron la mina, hoy son testigos mudos de una era de esplendor truncada.

El último habitante registrado en censos oficiales del INEGI fue un comisario que se negó a abandonar la tierra donde se forjó su historia. Pero desde hace algunos años, tanto el pueblo como el terreno de la mina han sido privatizados, cerrando el acceso a curiosos, exploradores y turistas.
Así, Pilares de Nacozari, símbolo del esplendor y la decadencia de la minería en Sonora, se ha convertido en una reliquia silente que forma parte del patrimonio histórico del estado, un lugar que vive en la memoria de quienes alguna vez lo habitaron... y en las ruinas que el tiempo aún no logra borrar.
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