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“CAE UN MITO: ESTUDIOS CIENTÍFICOS DESMIENTEN QUE LAS MUJERES HABLEN MÁS QUE LOS HOMBRES”


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Agua Prieta, Sonora.-

Durante años, la idea de que las mujeres hablan más que los hombres ha circulado como una verdad absoluta, repetida en conversaciones cotidianas y reforzada por estereotipos culturales. No obstante, investigaciones recientes en neurociencia y psicología han comenzado a cuestionar esta creencia, revelando que se trata más de un mito social que de una realidad científica.

 

De acuerdo con Diana Paz Trejo, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los estudios contemporáneos han demostrado que tanto mujeres como hombres pronuncian, en promedio, alrededor de 16 mil palabras al día, lo que derriba la percepción de que ellas hablan significativamente más. La diferencia no está en la cantidad, sino en los espacios y contextos en los que ocurre la comunicación.

 

¿Dónde está realmente la diferencia?

Las mujeres suelen expresarse más en entornos íntimos o emocionales, como reuniones con amistades cercanas o espacios de confianza. Sin embargo, tienden a hablar menos en juntas laborales, lugares de toma de decisiones o ámbitos donde predomina la autoridad formal.

 

En el caso de los hombres, la tendencia se invierte: participan menos en contextos afectivos, pero incrementan su comunicación en espacios profesionales o eventos sociales donde se espera seguridad, liderazgo o competencia.

 

Según Paz Trejo, este comportamiento no responde a factores biológicos, sino a procesos socioculturales. “Las mujeres son educadas para ser empáticas y sensibles a las señales emocionales; los hombres, para mostrarse seguros y dominantes en público”, señala. Como consecuencia, una conducta considerada asertiva en un hombre puede ser interpretada como agresiva o inapropiada en una mujer.

 

Neurociencia y plasticidad cerebral

Desde la neurociencia, este fenómeno se explica mediante la plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro de transformarse según la interacción con el entorno. Así, los roles y expectativas sociales moldean la estructura y el funcionamiento cerebral, influyendo en la forma de comunicar.

 

Si bien regiones como Broca y Wernicke están vinculadas directamente al lenguaje, el acto comunicativo abarca muchas más zonas relacionadas con las emociones, la memoria, el lenguaje corporal e incluso la creatividad. La ciencia confirma: la comunicación humana es mucho más compleja que el conteo de palabras.

 

Conclusión

Al final, la ciencia coincide: no es que las mujeres hablen más que los hombres, sino que históricamente se les ha enseñado a comunicarse de manera diferente. El mito se derrumba y abre paso a una comprensión más profunda de cómo la sociedad moldea nuestra forma de expresarnos.

 

La conversación no tiene género; tiene historia, cultura y contexto.

 
 
 

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