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LA HISTORIA DEL CASSETTE: LOU OTTENS Y SU INVENTO QUE REVOLUCIONÓ LA MÚSICA




Desde su creación en 1963, el cassette se convirtió en un objeto revolucionario que transformó la forma en que las personas disfrutaban de la música. Su reinado se extendió hasta la llegada del CD en la década de 1980, pero su legado perdura.

 

En 1963, Lou Ottens, jefe de ingenieros de la compañía holandesa Philips, diseñó una cajita de plástico de 10 centímetros por 6 que cambiaría el mundo musical. Ottens, motivado por la necesidad de una tecnología compacta para reproducir música, buscó una alternativa a los discos de vinilo, que eran grandes y frágiles. Así nació el cassette, un dispositivo que prometía dotar a la música de movilidad.

 

El término "cassette", que significa "cajita" en francés, se refiere al contenedor que alberga dos pequeñas bobinas conectadas por una cinta magnética, donde se graba la música. Este formato permitió a los oyentes disfrutar de la música en ambas caras, lo que requería que sacaran el cassette del reproductor para alternar entre la cara A y la cara B.

 

En 1964, los cassettes comenzaron a comercializarse en Europa, y para 1968 ya estaban disponibles en Estados Unidos. Aunque su diseño era rudimentario, rápidamente se ganó el favor del público. En 1971, la introducción de cintas de dióxido de cromo mejoró la calidad de sonido, mientras que la empresa japonesa Maxell lanzó cintas vírgenes, permitiendo a los usuarios grabar su propia música, crear compilados y registrar su voz con grabadoras caseras.

 

Entre las décadas de 1970 y 1980, los cassettes dominaron la escena musical. Eran resistentes, compactos y podían ser transportados fácilmente, lo que los hacía ideales para compartir música. Los oyentes comenzaron a crear "mix tapes", precursoras de las listas de reproducción digitales de hoy.

 

Con la creciente popularidad, diversas empresas comenzaron a mejorar el diseño original. La firma Dolby desarrolló tecnologías de reducción de ruido, y en 1978 se lanzaron cintas de partícula metálica pura, que mantenían la calidad de sonido durante décadas. Un avance significativo llegó en 1979 con el lanzamiento del walkman, un reproductor portátil que permitió a las personas escuchar música de manera individual en cualquier lugar.

 



En los años 80, los cassettes eran omnipresentes: en estéreos de autos, walkmans y grabadoras caseras. Sin embargo, el mismo Lou Ottens participó en la creación de su sucesor: el disco compacto (CD). En 1981, Sony y Philips lanzaron los CDs, que ofrecían una capacidad de almacenamiento mucho mayor en un formato mucho más ligero. A medida que los CDs ganaron popularidad, comenzaron a desplazar a los cassettes, que todavía coexistieron con ellos hasta la década de 1990.

 

A pesar de ser superados, los cassettes dejaron una huella imborrable en la música. Su capacidad para empoderar a los oyentes, permitiéndoles grabar y compartir música, marcó una época en la que la música estaba en constante movimiento. Hoy, estos pequeños dispositivos son recordados con nostalgia, simbolizando una era en la que la música se convirtió en una experiencia personal y dinámica.

 

 

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